Archivo mensual: junio 2012

El «retour»

Soy de esas sadomasoquistas a las que les gusta hacer simultánea. Qué le voy a hacer. A pesar de los nervios antes de encender el micrófono, el ligero insomnio de la noche anterior o de tener que solventar mil y un problemas técnicos, me parece divertido. A pesar de que sea la modalidad de interpretación en la que más expuesta me siento.

Seguro que ya lo conocéis, pero me gustaría explicaros un concepto: el llamado “retour”. Es una práctica que sólo encontraremos en el mercado privado y que exige que una intérprete trabaje tanto hacia su lengua A como a su lengua B.

Por desgracia, mi formación sólo incluía trabajar hacia nuestra lengua A, escudándose en el argumento de que en las instituciones sólo se trabaja con cabinas puras (como si alguno fuese a acabar trabajando en esos “paraísos”).

No hace falta decir que me centro exclusivamente en el mercado privado, ¿verdad? Hasta hace poco, la verdad es que el retour en cabina no me había hecho demasiada falta (quizás unos minutos de un tema fácil). Hasta el otro día.

Simposio megatécnico sobre la industria papelera, en cabina con un maravilloso compañero francés. Se entiende que nos ocuparíamos cada cual de un idioma, pero al ser la mayoría de los ponentes franceses, terminamos haciendo por turnos. Para mí a mi lengua A, para él en retour.

De pronto, “oh, zut de zut!” a un ponente francés no se le ocurre otra cosa que hacer su presentación en español, y encima en mi turno. “¡Qué bien…!”, pensé irónicamente. Como es lógico, al cabo de un rato cedí ante la presión y mi compañero tomó la palabra (al fin y al cabo para él sería más fácil). Game over.

“¿Por qué no has seguido?” me pregunta al terminar. “Es que no podía, era demasiado técnico”. Con media sonrisa, me informa muy amablemente de lo que ya sabía: “Si quieres trabajar en el mercado privado, necesitarás a la fuerza tu retour. Concienciate. No lo estabas haciendo mal, sólo necesitabas relajarte más y ser más natural.”

Después de esta experiencia, he decidido machacar el retour como sea. Vídeos en youtube, discursos varios…lo de siempre, vamos.

Pero además de todo ello, la semana que viene me iré como voluntaria a uno de los miles de encuentros internacionales que se realizan en verano y necesitan de interpretación. Voy por supuesto con el español como lengua A, pero realmente me gustaría practicar mi retour al francés. Una forma de entrenar sin demasiada presión, con una temática un poco menos especializada que la industria papelera.

Y lo mejor de todo. Investigando, resulta que la ponente española es amiga mía del máster. Hay que ver lo pequeño que es el mundo. Que se vaya preparando para mi demanda sin fin de documentación y presentaciones 😉

¡El resultado, a la vuelta!

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Lengua B, lengua C

La semana pasada, a raíz de un webinario de Asetrad impartido por Héctor Quiñones, tuvo lugar un debate muy interesante en las listas de correo de esta misma asociación.

Además de especializarnos en un tema concreto (algo en lo que todos, o casi, parecían estar de acuerdo), ¿debemos centrar nuestros servicios en sólo nuestro par lingüístico principal? Es decir trabajar únicamente con el español y la que consideremos nuestra lengua B.

Los partidarios de este método insistían en que les costaría mucho llegar con otro idioma al nivel que habían adquirido con su lengua B, que no traducen tan rápido de otros idiomas ya que no tienen los conocimientos culturales y de vocabulario suficientes. Por ello, centran sus esfuerzos en dominar al máximo un solo idioma y así asegurar la mayor calidad.

Versión de los detractores: con una sola lengua de trabajo se cierra la puerta a otros encargos de diferentes idiomas que, aunque sean la lengua C1 de un traductor, éste es perfectamente capaz de hacer un trabajo más que decente a partir de ese idioma, aunque le lleve más tiempo en consultas al diccionario o a posibles referencias culturales. En definitiva, que supone más proyectos.

También se debe tener en cuenta cuál es la lengua B del profesional. Si estamos hablando del inglés, francés o alemán, quizás pueda sobrevivir con una buena cartera de clientes. Si en cambio domina el griego, el sueco o cualquier otro idioma que no sea los citados anteriormente, es posible que tenga que añadir al menos el inglés para poder llegar a un sueldo digno a final de mes.

Debo insistir en lo de la buena cartera de clientes. Para trabajar con un solo par, se debe de tener la seguridad de que el trabajo no va a faltar. Eso implica años de profesión, por lo que ésta es una práctica que desde mi punto de vista únicamente se puede ejercer después de unos cuantos años en la brecha. En mi caso, a pesar de ser el francés mi lengua B, dudo mucho que el inglés y el italiano se vayan a caer algún día de mi tarjeta de visita. Primero porque les he destinado mucho, mucho tiempo como para no sacarles provecho. Cursos, certificados y estancias en el extranjero…es un dinero y un esfuerzo que quiero rentabilizar. Sé que es posible que no lleguen al nivel de mi francés, pero suponen unas herramientas de trabajo útiles y más proyectos que podré aceptar.

También se habló de las traducciones inversas. En general, todos parecen ser detractores de este sistema por motivos obvios (el texto suena raro, se nota que no ha sido un nativo etc…). Ahora bien, quizás los traductores jurados podamos meternos en otro saco. Me explico. De cada 10 traducciones juradas que recibo, 7 son inversas. ¿Debo dejar de aceptar un 70% de los ingresos que me producen porque no debería hacer inversas? Yo creo que no. Todo esto, evidentemente, partiendo de la base de que estamos hablando de certificados, notas, diplomas y demás documentación que tiene que ir sellada. Nada artístico, vamos. Si fuera un jardín distinto en el que me estuviese metiendo, reconsideraría la oferta y en el caso de aceptarla, contaría con la colaboración de un profesional nativo para la revisión del texto final.

En definitiva, la situación de cada traductor es diferente, y cada cual tiene que valorar de dónde vienen sus ingresos y lo cómodo que se siente al tratar con uno u otro idioma. Es un caso en el que no se puede sentar cátedra.

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La chica de los perfumes

Me vais a permitir que os cuente una historia para comenzar. Esta vez no voy a hablar de traducción ni de interpretación, pero estoy tan decepcionada con lo que he presenciado que no podía dejar de incluirlo aquí.

El otro día estaba yo comprando un regalo en una conocida tienda de cosmética en un centro comercial X. Mientras ojeaba las posibles combinaciones “perfume-jabón-crema hidratante” tuve la desgracia de asistir a la siguiente escena: una chica, más o menos de mi edad, entregaba su currículum llena de ilusión a la encargada. La jefecilla en cuestión le aceptó el documento, pero acto seguido lo rompió por la mitad y lo tiró a la basura, sin esperar a que la chica se hubiera ido. Era una mujer de mediana edad en una tienda de cosmética, así que supongo que su mente trabaja para eliminar todo tipo de competencia para evitar lo inevitable a medio plazo. La joven, al ver el destino que corría el seguramente enésimo cv que entregaba, no pudo reprimirse de montar una escena y ponerse a llorar, apelando a la ley de protección de datos (ya que los suyos se encontraban en el cv, y por ende en la papelera) y llamando “desgraciada” a la encargadilla, que lo único que quería era trabajar, que llevaba dos años en paro y que así no había manera. La responsable optó por llamar a seguridad para que se llevaran a la chica. Tras esta escena decidí largarme de allí, y otras tantas hicieron lo mismo. Por principios.

Este es sólo un ejemplo de la situación que estamos viviendo. Miles de jóvenes con ganas de trabajar, de aprender y labrarse un futuro, desperdiciados. Y cada vez con más palos en sus ruedas.

A título personal, ¿sabéis por qué decidí hacerme un “Juan Palomo” en el sector de la traducción/interpretación? Porque perdí un año completo mandando cv a empresas de traducción, deseando un puesto inhouse para poder aprender cómo funciona este mundillo, solicitando todo lo solicitable en becas y ayudas, e incluso haciendo entrevistas para ser recepcionista o administrativa (puesto para el que me consideraban demasiado preparada). Harta de encontrarme con puertas cerradas, pensé que lo mejor sería tirar abajo el muro entero y salir a la aventura del “freelanceo”. Pero hasta que tomé esa decisión, un año de mi vida acabó en la basura con el cv de la chica de mi historia.

Con esto os animo a todos a ser emprendedores, a no tener miedo.

No hay que desanimarse, en algún momento la chica de mi historia encontrará la fórmula perfecta que le permitirá pagar el alquiler. A todos esos millones de parados que tenemos en esta madrastra despiadada que es España les digo que no se rindan, que anden a tientas por la oscuridad hasta que vean por fin la luz al final del túnel. Y si hay que emigrar para ello, se emigra. Y punto. El éxito al final no es para los mejores, sino para los constantes.

Y la escena que presencié en la tienda no se me olvidará jamás.

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